En una siesta de milenios, en las entrañas de la tierra
Descansa sofocado de su incandescencia cuasi-eterna.
El hombre, demonio devorador de fuego
Hiere la madre tierra, hurgándole las viseras
Para desenterrarlo.
Las monstruosas maquinas
Rugen con sadismo al satisfacer su gula
y con maldad laceran sin piedad la piel verde de la tierra,
y con sus garras de acero violan la virginidad de la montaña.
El himen desflorado
Ofrece tímida resistencia,
que es apabullada por el ensordecedor trueno de la dinamita
Que resquebraja y expone a la vista lasciva del minero
El negro pubis de la tierra.
El carbón aletargado en su sopor
Despierta sobresaltado por el sacudón brutal del explosivo
Entrando en cólera demencial y vengativa,
Se comvulsiona y con enojo expulsa
Bloques…
..................Grandes…
..............................Medianos…
...........................................Pequeños…
........................................................Pequeñísimos…
Partículas granuladas que van a todos lados
Arrastradas con el viento.
Venganza.
Siniestra venganza
que atraviesa y corroe el pulmón del minero.
Macabra venganza
que debilita la honestidad del gobernante.
Gozosa venganza
Que engruesa la chequera de la multinacional.
La Jagua de Ibiríco, diciembre 20 de 2007